miércoles, 23 de noviembre de 2011

TESTIMONIOS CASOS E INFORMACIÓN SOBRE ENANISMO.






EL TIEMPO.


LOS ENANOS QUIEREN DEJARSE VER
José Luis Valencia El profesor de matemática siempre escogía a Martha Isabel para que saliera al frente del salón. A ella, más que las divisiones y los números, lo que la angustiaba era no alcanzar con sus 1,20 metros de estatura el tablero.
José Luis Valencia.
El profesor de matemática siempre escogía a Martha Isabel para que saliera al frente del salón. A ella, más que las divisiones y los números, lo que la angustiaba era no alcanzar con sus 1,20 metros de estatura el tablero.
Por qué me escoge a mí si hay otros 44 alumnos , le llegó a replicar entre sollozos la niña y todos se reían en ese colegio del oriente de Cali.
Martha Isabel, hoy de 15 años, de blusas talla 7 y zapatos 22, no puede reprimir una lágrima cuando cuenta esa historia y no quiere recordar el nombre del profesor. Tampoco el de la monja que, hace un tiempo, le dijo a su mamá que la llevara a un colegio donde atendieran niños con retardo mental.
En la calle, y a veces hasta en sus propias casas, los enanos de este país son una de las comunidades más ignoradas y con mayores problemas para conseguir trabajo y participar socialmente.
En el Distrito de Aguablanca, oriente de la ciudad, algunos de ellos han empezado a organizarse y a dar los primeros pasos de lo que sería una asociación de enanos, que no solo los defienda del maltrato, sino que les permita pelear por garantías como las que tienen otros grupos minoritarios.
Para muchos de ellos, el día a día es un verdadero drama. Algunos solo salen de noche como Dalia Guzmán. Su jornada desde las 4:00 de la tarde y hasta el amanecer vale 3.000 pesos.
Ella es mesera del bar Cortinas rojas , en El Poblado, donde con sus 1,10 metros de estatura atiende a clientes, lidia a algunos borrachos, y otras cosas más del oficio por propinas de mil pesos. Como toda mujer, habla de decepciones e ilusiones, de su bohemia en los últimos meses cuando aprendió a tomarle gusto al trago.
A uno lo que más le duele es la burla. Hay gente que no lo quiere a uno por el tamaño, pero también no falta quien lo defienda. La verdad a mí me va muy mal con los niños porque con ellos no me puedo igualar como con un adulto. Gracias a Dios la dueña del bar me da trabajo y me respeta , dice esta mujer de 34 años, oriunda de El Cairo (Valle).
El ambiente en que se mueve Dalia es duro, amargo y peligroso. Tanto, que el año pasado en menos de tres meses y en hechos separados, la violencia se le llevó a tres muchachos que eran defensores de ella y de su hija Lucy, una quinceañera que mide 1,20 metros y sueña ser novillera o cantar como Shakira .
Ellos nos cuidaban de las pandillas o de quienes han querido sacar a mi niña de un puesto de venta de chance y dulces cerca del hospital Carlos Holmes Trujillo en Aguablanca .
En Aguablanca, la sargento Marlene y los agentes Vargas y Peña han puesto la cara por ellas más de una vez.
Sin trabajo.
Lucy es fruto de la unión de Dalia y Henry Alberto García, quien mide 1,22 metros. Se conocieron en Medellín hace 16 años cuando ella pertenecía al circo Mágico rostro y él al de La Chilindrina. Ambos oficiaban como payasos, pero se atrajeron entre tantas caras pintadas.
A García, de 39 años, oriundo de Timbío (Cauca), no le duelen las ofensas. Tampoco se queja de que para subir a un bus deba apoyarse en las manos y ensuciar la ropa, sobre todo si ha llovido; o el lío que representa pasar una calle donde no hay semáforo y sí muchos carros.
A nosotros lo que nos tiene fregados es la falta de trabajo , dice el hombre, que aparte de payaso, ha sido vendedor y novillero. En agosto del año pasado, en Ambato (Ecuador), en una presentación de los enanitos toreros , estuvo a punto de morir cuando no alcanzó a esquivar unos cachos de novillo y sufrió un golpe en la cabeza. Es la única vez que ha pensado en la muerte.
Los esposos García Guzmán, por esas cosas de los matrimonios no conviven ahora, pero están dispuestos a conformar una sociedad para los enanos. En eso mismo piensan otros como Mario Andrade, quien ahora sobrevive con la venta de cigarrillos. A él le han contado que en Manizales hay un bar donde solo contratan enanos, que visten de corbatín y son el atractivo del negocio.
Ninguno sabe que en Estados Unidos existe The Little People of America, una entidad que reúne a personas de pequeños tamaños en temas de su interés. Pero aunque no lo saben, tienen la idea de que hay que unirse para pelear por lo grande y por lo chico, desde conseguir un empleo digno hasta poder acceder a los teléfonos públicos.
Hasta ahora todo va en la simple idea, pero ya están buscando a alguien que los oriente y les ayude a organizarse.
En Cali es popular Carlos Jiménez, de solo unos 80 centímetros y a quien muchos llaman el hombre más pequeño de Colombia . Dicen que es de mal genio y no se prestaría para entrar en una asociación, pero la gente sí se maravilla de verlo pasar en su carromoto adaptado a su tamaño, sin temor de unas vías donde los buses y los carros de vidrios polarizados son una amenaza.
El drama de los enanos es largo, pero ellos quieren que se les empiece a mirar. Eso dice Antonio Marín, quien no olvida que vivió una niñez atado a un árbol en el solar de una casa del centro del Valle. Hoy tiene 58 años y no sabe cuándo descansará de una sociedad que solo se acuerda de ellos cuando quiere reírse.
Publicación
eltiempo.com
Sección
Nación
Fecha de publicación
7 de abril de 2002
Autor
JOSE LUIS VALENCIA








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